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SUD Noticias.
Por el Elder Hernán I. Herrera de los Setenta Al reflexionar sobre los cinco pasos para proteger a la familia, que enseñó el presidente James E. Faust, he llegado a comprender la importancia que pueden cobrar éstos en nuestras vidas. Siendo que para llegar a la exaltación sólo lo podemos hacer como familia (DyC 131: 1-5), es de vital importancia cuidarla y protegerla.
Paso 1: La oración personal y familiarAún cuando nuestro Padre Celestial conoce nuestras necesidades y aflicciones, espera que acudamos a Él por ayuda. Orar es un signo de humildad hacia Él y muestra nuestra dependencia y confianza en que escuchará nuestros ruegos y nos guiará para resolver nuestras inquietudes. La oración familiar une a las familias; por medio de ella nuestros hijos aprenden a conocer a nuestro Padre Celestial y se percatan de cuánto los amamos. El Salvador mandó a los padres: "Orad al Padre en vuestras familias, siempre en mi nombre, para que sean bendecidos vuestras esposas y vuestros hijos." (3 Nefi 18: 21). Como padres tenemos la gran promesa del Salvador de que serán bendecidas nuestras familias si tan sólo oramos juntos. No desaprovechemos esta oportunidad de fortalecernos al hacer algo tan sencillo pero importante.
Paso 2: El estudio de las escrituras personal y familiarCada uno necesita estudiar la doctrina para entender y conocer los atributos de quien adoramos. El estudio constante de las escrituras trae como resultado la fortaleza espiritual y nos entrega las herramientas para defendernos del adversario: "Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre... Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios... Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás." (Mateo 4: 4, 7, 10).
El Salvador mismo nos invita: "Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí." (Juan 5: 39). Noten que el término escudriñar denota un esfuerzo mayor que sólo estudiar. A través de las escrituras encontraremos un flujo constante de revelación que nos guiará en este estado probatorio.
Paso 3: La Noche de HogarDe mi experiencia he aprendido que, generalmente, nuestros hijos no recuerdan los sermones o clases que les damos, pero sí les quedan grabados los momentos de actividades donde la familia participa unida. No olvidan cuando jugamos y les dedicamos tiempo siendo la Noche de Hogar un momento propicio para hacer esto. Tengamos actividades que promuevan la unidad y comunicación ya que la tecnología de hoy nos está haciendo más individualistas dentro de nuestros propios hogares. No permitamos que esto ocurra, planeemos cuidadosamente cómo divertirnos en el entorno familiar y al final mejoraremos la comunicación y se creará confianza mutua entre padres e hijos.
Paso 4: El pago de los diezmosEntendiendo que el Reino Celestial se gobierna en base a leyes (D y C 130: 21-22), los invito a cumplir con este mandamiento cuya promesa es que las ventanas de los cielos serán abiertas. (Malaquías 3: 8-12). Recibiremos lo necesario para sostener nuestras vidas y mucho más, debido a que tendremos comunicación constante con los cielos. En esta época de tanta incertidumbre necesitamos ayuda divina para tomar buenas decisiones.
Paso 5: Asistencia regular al TemploEn la casa del Señor recibimos las ordenanzas necesarias para volver a Su presencia. Creo que no hay mayor expresión de amor que el que un hombre o mujer se prepare para tomar estos convenios sagrados que unirán a su familia por la eternidad. El propósito final de nuestro estado probatorio es que regresemos a la presencia de nuestro Padre Celestial para heredar lo que nos ha prometido (D y C 132: 19).
Hermanos y hermanas, al hacer estas pequeñas cosas estaremos edificando familias eternas. El Señor dijo: "Por tanto, no os canséis de hacer lo bueno, porque estáis poniendo los cimientos de una gran obra. Y de las cosas pequeñas proceden las grandes." (D y C 64: 33).
Les testifico que si hacen estas cosas, las bendiciones se derramarán desde los cielos y sus familias tendrán la seguridad de que Dios guía sus pasos.